
Un álbum sorprendente, divertido y variado en el que el bajista se torna guitarrista, compositor y cantante adicto al rock and roll clásico –muy próximo al rockabilly– y al swing, como si hubiera escuchado con atención a Brian Stezer, pero con identidad propia y con algunas canciones que suenan como un cañón –la que da título al disco, sin ir más lejos–. Entre los invitados, Andrés Calamaro, del que, además, se marca una rockandollera toma de "Elvis está vivo".
Fuente: Efe Eme